A continuación se encuentran algunos signos y síntomas de varias formas de leucemia y del síndrome mielodisplásico.
Leucemia linfoblástica aguda del adulto (LLA)
Entre los posibles factores de riesgo de la LLA se cuentan los siguientes:
- Ser varón
- Ser de raza blanca
- Tener más de 70 años
- Haber recibido antes quimioterapia o radioterapia
- Haber estado expuesto a la radiación de una bomba atómica
- Tener una anomalía genética determinada, por ejemplo, síndrome de Down
Leucemia mieloide aguda del adulto (LMA)
Entre los posibles factores de riesgo de la LMA se cuentan los siguientes:
- Ser varón
- Fumar, especialmente después de los 60 años
- Haber recibido antes quimioterapia o radioterapia
- Haber recibido antes tratamiento para la leucemia linfoblástica aguda de la infancia (LLA)
- Haber estado expuesto a la radiación de una bomba atómica o al benceno (una sustancia química)
- Tener antecedentes de un trastorno sanguíneo, por ejemplo, síndrome mielodisplásico
Leucemia linfocítica crónica (LLC)
Entre los factores de riesgo de la LLC se cuentan los siguientes:
- Ser varón, ser de raza blanca o estar en la edad madura
- Tener antecedentes familiares de LLC o de cáncer de sistema linfático
- Tener entre sus parientes consanguíneos a judíos rusos o de Europa Oriental
Leucemia mielógena crónica (LMC)
La mayoría de las personas que sufren LMC tienen una mutación o anomalía genética llamada cromosoma Filadelfia. Cada célula del cuerpo contiene ADN (material genético), que determina el aspecto de la célula y la forma en que funciona. El ADN se encuentra dentro de los cromosomas. En la LMC, parte del ADN de un cromosoma ha pasado a otro. Esta anomalía se conoce como «cromosoma Filadelfia» y hace que la médula ósea produzca una enzima llamada tirosina-cinasa. Esta enzima hace que un número excesivo de células madre se transformen en glóbulos blancos (granulocitos o blastos). El cromosoma Filadelfia no se transmite de padres a hijos.
Síndrome mielodisplásico
Entre los factores de riesgo se cuentan los siguientes:
- Tener más de 60 años
- Haber recibido antes quimioterapia o radioterapia
- Estar expuesto a ciertas sustancias químicas, entre ellas, humo de tabaco, pesticidas y solventes (como el benceno)